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viernes, 13 de abril de 2012

Matices sobre la portada de Vuelo 714

Hergé, en su mesa de trabajo.

Después de realizar varios proyectos de portada para Vuelo 714 para Sidney, Hergé se decide por un modelo. Y lo hace llegar a su editor, Louis-Robert Casterman. Pero el editor tiene serias dudas. Para empezar, no parece muy lógico que un título que tiene que ver con la aeronáutica tenga una portada donde aparecen los personajes en un subterráneo. Además, no hay que olvidar que la serie Tintín va dirigida, principalmente, a un público infantil y juvenil...y esa portada es demasiado oscura, con unas caras de piedra terroríficas. A todo esto,  los protagonistas, que son el reclamo de compra del libro, aparecen a un tamaño muy pequeño. Por si todo esto fuera poco, el nombre de "Tintín" no aparece en el título (está demostrado que los álbumes cuyo título contienen la palabra "Tintín" gozan de un mayor número de ventas).

Imágenes propiedad de Hergé/Moulinsart.

La respuesta de Hergé a Casterman, el 22 de noviembre de 1967, es la siguiente:
Reconozco que hay un desajuste entre el título del álbum y el tema de la ilustración. Pero he tenido que elegir: armonizar el título con la ilustración y evocar abiertos horizontes que tienen un papel irrelevante en la historia; o bien asumir esta ruptura, como ya hice por ejemplo en Stock de Coque. Finalmente he optado por la segunda opción. Con la finalidad de darle a la portada un tono menos sombrío, los tonos definitivos serán más luminosos que los de este proyecto. A su vez, la perspectiva de los personajes será más cercana, de modo que su tamaño será mayor.

Imágenes propiedad de Hergé/Moulinsart.

Efectivamente. Los personajes pasan el centro del pasillo y los colores se suavizan. También los rostros de las estatuas de piedra son más sinuosos y tienen un aspecto menos amenazador.

miércoles, 4 de abril de 2012

Una catástrofe narrativa



Imágenes propiedad de Hergé/Moulinsart.


¿Qué versión de La isla negra me gusta más?

Todo tintinófilo que se precie se ha hecho esa pregunta alguna vez. Y aunque no se trata de elegir ninguna, sino de disfrutar de las dos (hablamos de álbumes a color, prescindimos de la original en blanco y negro, muy semejante a la del 43, y que seguramente sea la mejor de todas), es interesante cotejar ambas versiones y posicionarse. He de decir que tengo un gran cariño por la versión de 1965. Era uno de mis títulos favoritos cuando era niño, e incluso la prefería a la edición original (fue una gozada disfrutar de la edición especial de Juventud publicada en 1986). Dos ilustres tintinólogos, Soumois y Peeters, dan su siempre interesante punto de vista.

Traduzco unos extractos del análisis de Soumois en Dossier Tintín (páginas 128-131) donde llega a calificar de “catástrofe narrativa” la versión de De Moor.
El resultado es un álbum mucho más trabajado desde el punto de vista estético, repleto de detalles, y...una catástrofe narrativa. El excesivo detallismo de los decorados ensombrece la acción, acabando con la simpleza y la frescura de la primera versión. El ojo del lector se pierde en los detalles, en elementos que no son sustanciales a la trama de la historia.[...] El editor inglés ha pedido un imposible: hacer cohabitar el Tintín de los años 30 con el de los 60. […] Esta versión de 1965 es también una demostración de la diferencia entre el autor Hergé y el dibujante De Moor, uno cuenta historias y dibuja para contarlas, el otro dibuja con facilidad y buscando, a veces en vano, un buen guión.

La atmósfera amenazadora que planea sobre la primera versión, donde la muerte está presente en varias ocasiones, está aquí (en la versión del 65) neutralizada, desactivada por el positivismo de la representación.
Imágenes propiedad de Hergé/Moulinsart. Versión del 38.

Imágenes propiedad de Hergé/Moulinsart. Versión del 65.
 
En parecidos términos se expresa Peeters en Hergé fils de Tintin, páginas 413-414.


La versión modernizada de La isla negra es de una gran mediocridad. La verdadera razón para rehacer el álbum fue dar trabajo a un equipo de ayudantes desocupados. La confrontación de las dos versiones en color del álbum es toda una lección de BD. Bajo el aspecto de una modernización, es una verdadera masacre lo que se ha perpetrado. El detallismo de los decorados, que es aceptable en el contexto de los nuevos álbumes, cuyas historias son más complejas, deviene una aberración en el contexto de este remake.


En la primera versión, durante la escena del vagón-restaurante, Tintín, ennegrecido por los humos del tunel, aparecía como un verdadero diablo: el decorado extremadamente simple, la escasez de objetos decorativos, todo contribuye a darle una gran fuerza a la escena.

Imágenes propiedad de Hergé/Moulinsart. Versión 1943.

Imágenes propiedad de Hergé/Moulinsart. Versión de 1965.

Peeters finaliza su sangrante crítica (habla de asesinato) con un interesante comentario que lleva a la reflexión. Habla acerca del sistema hergeano de elaboración como de un rediseño perpetúo. Etapa tras etapa, Hergé hace los esbozos, los croquis, los calcos, el pasado a tinta y finalmente el color. Y a medida que transcurren todas estas fases, va introduciendo variantes en el mismo guión, alterando la idea inicial. Por razones obvias, este remake tuvo un proceso de elaboración diferente.